Cumplimos, recientemente, un año de pandemia en Chile. Ha sido un viaje vertiginoso de incertidumbre, a ratos miedo, penas, cansancio. Hemos convivido con pacientes muy graves, muchos de ellos han muerto, siendo el equipo de salud la única compañía que han tenido antes de dejar este mundo. Sentimos el apoyo de todos. Nos elevaron a la categoría de "héroes". Pero más allá de sentirnos importantes, trabajamos, por muchos meses, incansablemente por entregar a nuestros pacientes el mejor cuidado que ellos merecían. Esto tuvo su costo. Muchos de nuestros compañeros enfermaron, no solo de COVID, sino de patologías psiquiátricas y cansancio que impidieron que siguieran su lucha. Pero lo peor de todo, es que muchos nos dejaron para siempre en este camino. Aún nos duele pensar en todas esas irreemplazables pérdidas, de todos los estamentos de nuestro equipo, cuyo recuerdo vivirá para siempre en nosotros.
            Esta lucha hoy, es distinta. Han pasado muchos meses, tenemos al equipo disminuido, en número y más agotado. Nuestra encuesta sobre burnout,publicada recientemente, muestra una incidencia de hasta 87% de este problema de salud mental en nuestro personal sanitario. A lo anterior, se suma la escasa posibilidad de descanso que hubo posterior a la primera ola de pacientes COVID.
            Nuestras Unidades de Cuidados Intensivos (UCI) han vivido meses de mucha ocupación. Nuestras camas han aumentado en número de forma sustancial. Luego de la primera parte de la pandemia que significó tener activas en todo el país 3.200 camas, durante el peak, quedamos trabajando en forma muy aumentada, es decir, sobre el cien por ciento de lo que había antes del inicio de la pandemia, con 2.200 camas.  A pesar de la baja en la cantidad de pacientes COVID que requirieron camas críticas, seguimos trabajando con una ocupación sobre el ochenta por ciento, fundamentalmente a costa de muchos pacientes con patologías descompensadas, que esperaron mucho tiempo su opción de manejo y no dieron más. Volvieron los traumas, las cirugías complejas y las enfermedades cardiovasculares que llenaron nuevamente nuestras unidades.
            Pero este 2.021 nos trajo un rebrote y una segunda ola que hoy nos tiene en una situación absolutamente crítica. Más allá de analizar las razones, permiso de vacaciones, fatiga pandémica de la población, falsa sensación de seguridad con una dosis de vacuna, nos enfrentamos a un momento de la pandemia que no pensamos volver a vivir. Para entender, algunos datos. El día 13 de enero, teníamos en el país, 2.120 camas habilitadas de UCI, con 981 pacientes COVID-19. Al día 7 de marzo, tenemos 2.900 camas habilitadas lo que significa un aumento de 780 camas, es decir, 36% en 53 días. Los pacientes COVID en UCI al día 7 de marzo, son 1.777, es decir un aumento de 81% con respecto al día 13 de enero.

Los pacientes COVID son actualmente 65% de todos los pacientes de UCI. Este aumento sostenido en muy pocos días, ha significado un estrés y una presión para el sistema, considerando, que los pacientes NO COVID no han disminuido en forma significativa.

Todos los actores involucrados, hemos hecho esfuerzos conmovedores por aumentar el número de camas de pacientes críticos. Desde la SOCHIMI, hemos reiniciado capacitaciones todas las semanas para actualizar conocimientos y avances en el manejo de nuestros pacientes. El Ministerio de Salud ha debido gestionar traslados de enfermos desde zonas saturadas hacia otras con menos ocupación. Ha debido emitir indicaciones que obliga a los centros a llegar al número de camas que tuvieron en la primera ola.  Las distintas UCI han trabajado incansablemente, a pesar de las limitaciones, por atender a todos los pacientes que lo han necesitado.
            Pero nuestros recursos, tanto humanos, como materiales, no son ilimitados. A pesar de la lucha incansable, no podremos dar atención a todos si los casos activos no disminuyen, si las políticas gubernamentales no se dirigen a controlar la cantidad de contagios, si no mejoramos el testeo, la trazabilidad y el aislamiento, y si la ciudadanía no comparte con nosotros la lucha contra la pandemia.
            Es fundamental que consideremos nuevas medidas de confinamiento con respeto y fiscalización adecuada que permita disminuir la circulación viral. Es relevante que los hospitales redirijan sus esfuerzos a tratar a los enfermos COVID, suspendiendo actividad quirúrgica no urgente y destinando los recursos humanos y físicos, por tiempo acotado, al manejo de estos pacientes. Pero lo más importante es que nuestra población entienda que la pandemia está más viva que nunca, que nuestros mayores de edad y nuestros pacientes crónicos se siguen enfermando en forma grave, y lo peor de todo, siguen muriendo. Los meses de enero y febrero reportaron la mayor mortalidad, producida durante estos meses, en 45 años.
            Debemos seguir manteniendo la distancia física, el uso de mascarilla, el lavado de manos frecuente, evitar salir si no es necesario, evitar aglomeraciones y espacios cerrados.
            Necesitamos la ayuda de todos hoy más que nunca. Nuestro equipo está cansado, pero más comprometidos que nunca. Juntos debemos derrotar esta pandemia.

En nombre de la Sociedad Chilena de Medicina Intensiva

 

Dr. Darwin Acuña C.
Presidente